MONOGRAFÍA SOBRE "ABUSO Y MALTRATO INFANTIL"
Autora: DANIELA ARIDA - Psicóloga Social y Operadora Socio Comunitaria
Trabajo Final premiado como tesina de egreso del curso.
Concepto.
Para comenzar a hablar sobre esta
problemática social es importante tener alguna definición que nos acerque a la
comprensión de tan compleja y cruel realidad.
A continuación, daré algunas
definiciones que surgen de los distintos tratados, plenarios y organizaciones
de todo el mundo acerca de este problema.
Se denomina maltrato infantil o abuso
infantil a cualquier acción (física, sexual o emocional) u omisión no
accidental en el trato hacia un menor, por parte de sus padres o cuidadores,
que le ocasiona daño físico o psicológico y que amenaza su desarrollo tanto
físico como psicológico.
Se distinguen cinco tipos básicos de maltrato
infantil:
·
el abuso físico,
·
el abuso sexual,
·
el maltrato emocional,
·
el abandono físico,
·
el abandono emocional.
La definición
de maltrato implica una valoración social en relación a lo que es peligroso o
inadecuado para el niño. Y aquí reside precisamente la gran dificultad para
definirlo, ya que hay una falta de consenso social respecto a lo que
constituyen formas de crianza peligrosas e inaceptables. Resulta difícil
establecer la raya de separación entre lo que es un maltrato y lo que no lo es.
La definición
de «maltrato» debe, además, tomar en cuenta, al menos, tres criterios: en
primer lugar, la consideración de una acción u omisión como «maltrato» depende,
en muchos casos, de la edad del niño; en segundo lugar, la situación
psico-fisiológica del menor puede condicionar las consecuencias de la acción u
omisión ejercidas sobre él, lo que puede conllevar una relativización de su
consideración como maltrato; y, en tercer lugar, hay que tener también en
cuenta que no necesariamente todos los actos de maltrato tienen por qué dejar
secuelas inmediatas y visibles en el menor; esto es especialmente relevante por
cuanto las consecuencias importantes de los casos de maltrato infantil no
suelen ser las físicas, sino las que afectan al desarrollo del menor a medio y
largo plazo.[1]
A lo anterior se suma el
establecimiento en 1979 del Año
Internacional del Niño, las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de
Justicia de Menores (Reglas de Beijing, 1985) y la Convención sobre los
Derechos del Niño (CDN) de 1989. Todo esto culminó con la entrada en vigor de la Convención de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de la Niñez , el 2 de septiembre de 1990, tras cerca de
70 años de esfuerzos por obtener de la comunidad internacional un
reconocimiento de las necesidades específicas y la vulnerabilidad de los niños
y niñas como seres humanos.[2]
El maltrato
infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto los
menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico,
abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo
que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño,
o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de
responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja
también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil.[3]
UNICEF define como
víctimas de maltrato y abandono a aquellos niños, niñas y adolescentes de hasta
18 años que “sufren ocasional o habitualmente actos de violencia física, sexual
o emocional, sea en el grupo familiar o en las instituciones sociales”.
Datos y Cifras.
Los números nos ayudan a
entender y dimensionar la problemática aquí tratada, y a contextualizar la
misma.
Del centro de Prensa de la OMS se desprenden los
siguientes datos.
Diciembre
de 2014
- Una cuarta parte
de todos los adultos manifiestan haber sufrido maltratos físicos de niños.
- Una de cada 5
mujeres y 1 de cada 13 hombres declaran haber sufrido abusos sexuales en
la infancia.
- Es posible
prevenir el maltrato infantil antes de que se produzca, y para ello es
necesario un enfoque multisectorial.
- Los programas
preventivos eficaces prestan apoyo a los padres y les aportan
conocimientos y técnicas positivas para criar a sus hijos.
- La atención
continua a los niños y a las familias puede reducir el riesgo de
repetición del maltrato y minimizar sus consecuencias.
Un total de 771 niños, niñas y adolescentes fueron separados de su
núcleo familiar por situaciones vinculadas al maltrato infantil en lo que va
del año en la provincia de Buenos Aires, según un informe elaborado por
Registro Estadístico Unificado de Niñez y Adolescencia (REUNA).
En el trabajo se detalla que entre el 1 de
enero al 31 de mayo de este año, se tomaron 771 medidas de abrigo con niños y
adolescentes, 19 más que las se habían resuelto en igual período en 2012.
El informe detalla que, dentro de esas
medidas por violencia, el 46 por ciento estuvieron vinculados al maltrato
físico, el 27 % a la negligencia familiar, entendida como la falta de cuidados
básicos, el 19 con el abuso sexual y el 8 por ciento con el maltrato
psicológico.
Del 4º Informe realizado
por UNICEF en el año 2012 recogí los siguientes gráficos que dan cuenta de la
frecuencia y la evolución de la violencia hacia los niños y niñas.
Desarrollo.
Al abordar esta problemática me
encuentro con varios obstáculos que iré progresivamente tratando de sortear,
para lograr un análisis profundo y objetivo del tema que hoy me convoca.
En principio considero importante
mencionar que esta problemática se da a lo largo y ancho del mundo, siendo el
maltrato a la niñez una práctica que forma parte de algunas culturas, en otras
simplemente esta incorporada como una herramienta más en la crianza de los
niños y niñas, y en otras, donde se considera ilegal el maltrato, pero aun así,
se practica de manera cotidiana, de forma consciente o inconsciente. Para poder
analizar esta problemática hay que tener en cuenta los distintos factores que
intervienen para que se de este fenómeno.
David Sola, Licenciado en Psicología
Clínica, los identifica así:
·
Modelo
autoritario, en el que se entiende el respeto en una sola dirección.
·
Tratamiento
de los hijos como propiedad privada.
·
Notable
verticalidad y rigidez en la estructura familiar.
·
Uso
de castigos físicos como método educativo.
·
Ausencia
de recursos alternativos para promover conductas positivas.
·
Carente
autocontrol en los padres en respuesta a los conflictos.
Mi visión acerca de esta problemática,
su origen, consecuencias y prevención, está atravesada por mi propia
experiencia, que sumada a la investigación, me llevan a pensar el maltrato como
la conducta de un adulto en busca de satisfacer una necesidad no resuelta en su
momento original, que es la primera infancia.
En el acto del maltrato se ven
reflejadas conductas abusivas y autodestructivas, que dan muestra de la propia
historia. Son conductas aprehendidas durante el período de crianza. Si bien no
es correcto afirmar que todos los niños que han recibido malos tratos, serán
sin excepción, adultos maltratadores, o que quienes no han sufrido este
problema, luego no serán violentos, porque esto significaría dejar como única
opción creer que las conductas violentas son innatas, desacreditando la
influencia real de la crianza.
En general, quienes establecieron
vínculos patológicos, con maltratos, tanto físicos como psicológicos,
emocionales, negligentes, o de cualquier otro tipo, internalizan esa forma de
vincularse con el otro y con el mundo exterior.
Repiten luego ese esquema vincular a
lo largo de su vida, naturalizando el hecho, ya que durante la niñez se reprime
cualquier impulso por revelarse ante esa agresión recibida, y usando como un
mecanismo de defensa esa naturalización para no tener que poner jamás, en tela
de juicio a quienes ejercen ese maltrato, debido a que en la gran mayoría de
los casos son los propios padres o personas a cargo, y más cercanas, las que
maltratan a los niños.
Justamente quienes deberían velar por
su seguridad, protección y darles amor y cuidado. Esa ambigüedad que se genera,
sintiendo amor y odio hacia los padres, resulta muy difícil entenderla desde una mente adulta y con
herramientas suficientes para hacer un análisis objetivo sobre el tema, con lo
cual para la mente limpia e inocente de un niño o niña puede ser realmente complicado y traumático superar y
comprender estos hechos.
Así es que repiten esta situación,
porque la tienen internalizada como la única forma válida de relacionarse con
el otro. Y aquí vale aclarar que ese otro, no es cualquier otro. Es alguien que
no puede defenderse. Es un claro abuso de poder, y esto lo convierte además, en
un acto perverso.
Por otro lado, la sociedad en su conjunto, propicia las
condiciones para que esta práctica sea cotidiana y natural, ya que es la misma
sociedad al que vulnera los derechos de los niños, dejándolos desamparados, en
principio por las leyes, pero también por las conductas de los adultos que
consideran a los niños y niñas ignorantes y vacíos de sentimientos y
pensamientos.
Hay que convenir que es relativamente
nuevo el considerar a los niños y niñas sujetos de derecho.
Ya desde tiempos bíblicos nos
encontramos con algunos pasajes que dan muestra clara de esta postura.
“La necedad es parte del corazón
juvenil, pero la vara de la disciplina lo corrige”[4]
“Los
golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.”[5]
(Proverbio 20:30.)
No es sino hasta mediados del siglo XIX que comienza la
atención jurídica y médica de los menores maltratados. El médico francés A.
Tardieu publicó en 1860 la primera monografía sobre el tema y mas adelante el
médico estadounidense Silverman demostró con estudios radiológicos las consecuencias
no visibles de los maltratos.
Desde el aspecto judicial, el primer caso tuvo lugar en
el año 1874. En este proceso se defendió
un menor (una niña) por los malos tratos recibidos por adultos (en su caso, su
propia madre). La acusación fue realizada por la Sociedad Protectora
de Animales, por cuanto no existía ley alguna que amparase a los menores,
aunque sí a los animales en general.
Estas experiencias dan como resultado la creación de dos
sociedades pro derechos de los niños: The Society for the Preventión of Cruelty
to Children, en Nueva York, y The National Society for the Prevention of
Cruelty to Children, en Londres.
Comienza, ahora, a pensarse en los niños y niñas como
sujetos de derecho. En 1959, la Asamblea General
de las Naciones Unidas aprobó la
Declaración de los Derechos del Niño; y, más tarde, en 1989,
esa misma Asamblea adoptó la
Convención sobre los Derechos del Niño.[6]
Pienso que la condición de indefensión del
niño o niña lo pone frente a la obligación de aceptar cualquier conducta del
adulto a cargo, y que la violencia es la herramienta (o el arma) del débil y
que nace con la necesidad de ejercer el poder de someter a su propio capricho y
necesidad la voluntad del niño, así como fuera sometida la suya. El adulto se
cree dueño de esa alma y la manipula según le convenga en pos de satisfacer sus
necesidades, generando un futuro hombre incapaz de diferenciar lo que es bueno
y deseable para él de lo que puede ser cruel y doloroso.
El niño crece creyendo que las crueldades
cometidas a su persona son por su bien. Y así luego de adulto le resultara muy
difícil descubrir esa falsedad.
Conclusión.
Solo conozco dos caminos en cuanto a cómo
crecer con ese dolor. Uno de ellos es reprimiendo el odio y el temor que nos
sembraron de pequeños, Camino que nos lleva a una lucha por lograr satisfacer
las necesidades (de amor) reprimidas, y buscando ayuda para sobrevivir, en
símbolos como las drogas, grupos de culto, etc. O podemos también, recurrir a
la intelectualización, que si bien ofrece una gran fiabilidad, puede resultar
fatal, cuando el cuerpo se hace cargo y asume toda la responsabilidad,
expresando esa represión por medio de enfermedades graves, como el cáncer u
otras.
Otro camino puede ser el de vivir el dolor
en vez de padecerlo. Esto es, asumir ese daño, ese odio y ese temor como
propio, como parte de nuestra identidad y nuestra vida, para liberarnos de la
hipocresía que supone el amar y valorar a quien tanto nos lastimó. Y de esa
forma se puede reubicar a los personajes de nuestra historia personal de un
modo más honesto y nos permite poner en perspectiva sus acciones. Nos curamos
cuando por fin, libres de culpa, podemos dejar de excusar y justificar a los
verdaderos culpables, y cuando nos atrevemos a ver y sentir lo que estos hicieron.
Creo que una forma muy importante y
necesaria para prevenir el maltrato y la violencia hacia los niños es trabajar
directamente con ellos, mediante técnicas lúdicas, talleres de literatura,
teatro, charlas abiertas y otras actividades similares que puedan desarrollarse
en espacios públicos, como clubes, escuelas, centros culturales, etc. y poder
compartir estas actividades con la
familia, con sus pares, o con docentes, sobre los derechos del niño y
dándolos a conocer. También haciendo hincapié, al trabajar con adultos, en las
consecuencias que dejan a largo plazo, los maltratos.
Trabajar para que se comprenda que nada
bueno se cosecha de un alma, un corazón, en el que se siembra odio y temor. Si
no por el contrario, esto se reproduce y multiplica. Para ello es necesario
contar con profesionales para formar un equipo de trabajo interdisciplinario,
además del apoyo del Estado, que debe brindarnos las herramientas y generar las
condiciones para poder abordar la problemática de forma integral, desde la contención
a quienes sufren esta problemática y desde la prevención con proyectos
concretos.
Sentir.
Más allá de las estadísticas, los
estudios y las teorías, y a pesar de que estas sean necesarias, la realidad
contundente del maltrato es una experiencia imposible de describir, y entender
a fondo, si no se la vive en carne propia. Como toda experiencia fuerte,
traumática o no, es intransferible el sentir.
Por primera vez, desde que viví el
maltrato y abuso, me decido hoy a trabajar desde el aspecto profesional esta
temática. Nunca antes escribí sobre mi sentir, mi experiencia. Nunca creí que
pudiera encarar el tema por temor a mi dolor, a que este aflore y no poder
controlarlo. (Como si alguien pudiera "controlar" el dolor, el
sentir). Solo, y a duras penas, podemos reprimirlo, negarlo o usar alguna otra
defensa del inconsciente, que gracias a Dios está ahí para ayudarnos a seguir
adelante y vivir sin morir en el intento.
Anexos.
La mujer que no lloró
Por Carlos
Rozanski *
Desde la
Antigüedad , las mujeres fueron violentadas mientras que los
niños han sido considerados objetos y cometido contra ellos toda clase de
atropellos. Se les han negado los derechos más elementales y sobre todo, se ha
descalificado cualquier alusión que señale al varón “padre de familia” como
autor de malos tratos y abusos sexuales tanto respecto de sus hijos, como de su
esposa. La Justicia ,
como ha sucedido también desde siempre, en muchos casos ha acompañado esa
dogmática, sobre todo por la identificación de sus componentes con los rígidos
principios que siempre han puesto la integridad de la familia tradicional por
sobre el sufrimiento de cualquiera de sus miembros vulnerables. Recién en las
ultimas décadas se lograron avances importantes en el reconocimiento de derechos
esenciales de niñas, niños y mujeres adultas. Sin embargo, y pese a esos
importantes adelantos, suelen dictarse fallos judiciales que mantienen aquella
histórica visión sesgada y discriminatoria de los más frágiles, y no dejan de
sorprendernos las tristes novedades que el ingenio y la osadía de algunos
violentos aportan a la jurisprudencia. Hace pocas semanas, se publicó una
sentencia que integra esa triste lista, referida a un caso de abuso sexual de
una niña en edad de jardín de infantes, en el cual se juzgó a su padre acusado
de graves delitos sexuales contra la chiquita. Si bien todos los aspectos
procesales y validez de la sentencia en cuestión, será materia de un eventual
análisis en las instancias superiores, lo cierto es que el fallo contiene entre
otras, una valoración que por su brutalidad, justifica estas líneas. Allí, el
autor del voto que llevó la adhesión de los restantes jueces, valoró en contra
de la mamá de la nena, querellante en la causa, que la señora no lloró delante
de los jueces en la audiencia en la que declaró durante el juicio. Ningún
operador social puede desconocer la profundidad y variedad de reacciones que
suelen generar los hechos altamente traumáticos como el abuso sexual infantil,
tanto en las criaturas víctimas como en sus madres. De allí la necesidad de
extremar los cuidados al momento de evaluar hechos y conductas, las que en esta
temática, nunca son lineales. Sin embargo, en el fallo aludido, señala
textualmente el juez Pablo Vega al referirse a la madre de la niña: “... de
cuyos ojos no vimos brotar siquiera una lágrima mientras contaba los
horripilantes abusos que, según ella, XXXXX le había practicado a su hija ...”
(sic). Luego, propone sobre el final, y así se decide, denunciar penalmente a
la mamá querellante, por falso testimonio. Si bien no es difícil encontrar
sentencias que descalifiquen a las víctimas de esta clase de hechos, a sus
madres y a todo aquel que valide la existencia de los abusos, no debe haber
antecedente en el país, de un juez que denigre a una madre, por no llorar
delante del tribunal. Es obvio que a ninguno de esos magistrados se le
ocurriría descalificar a un varón por no llorar en una audiencia. Siglos de
discriminación machista avalan lo dicho. La existencia de razonamientos como el
citado, obligan a los funcionarios respectivos, a replantearse algunos aspectos
de los sistemas de selección y control de quienes acceden a la magistratura y
son capaces de efectuar esa clase de descalificaciones. De lo contrario,
nuestra justicia seguirá discriminando, maltratando y denunciando a madres
protectoras, docentes, psicólogas, vecinas, policías o fiscales que intenten
dar a los víctimas la protección que nuestro modelo de Derechos Humanos
garantiza. Descalificar a una madre porque “no se le cayó una lágrima”, no es
ignorancia sobre las infinitas formas de expresar dolor, es misoginia en estado
puro, incompatible claramente, con nuestra Constitución, con las leyes
derivadas de ella, y con el más elemental sentido de sensibilidad y empatía
indispensables para una justicia democrática y sobre todo, para fallos justos.
* Juez federal.
VIERNES,
9 DE AGOSTO DE 2013
ENTREVISTAS
Sólo se trata de creer
Graciela Dora Jofre, jueza
de Paz de Villa Gesell, reflexiona sobre la importancia de erradicar la
utilización del Síndrome de Alienación Parental (SAP) en casos de presunto
abuso sexual infantil por parte de los padres, y advierte sobre la necesidad
urgente de implementar la perspectiva de género en todos los ámbitos de la Justicia.
Por Carolina Selicki Acevedo
“Era un juego, vos consentiste”, dijo mi padre cuando, a los 30
años, lo saqué a la luz por fin. (M)
***
En la
entrevista realizada con el niño se da esta transcripción de la misma:
“... Quiere lavarse las manos y
lo acompaño. Al regresar del baño, se sienta en un rincón, toma los dos muñecos
de la caja y, observándolos, pregunta si se les puede sacar la ropa a ambos
(Barbie y muñeco varón). Intenta desvestir a la muñeca, luego me pregunta si se
puede sacar la ropa del muñeco. Me explica las diferencias entre ambos... Su
actitud cambia, habla más pausado, y su rostro toma un tono más serio. Se
mantiene unos minutos, observando los muñecos e intentando desvestirlos y
preguntándome acerca de cómo sacarles la ropa a ambos. Y dice: ‘¿Hablamos
ahora?
Psic.: Bueno, ¿de qué querés
hablar?
T.: Mi papa me tocó el culo.
Psic.: ¿Fue una palmadita, como
dan a veces los padres? (le hago el gesto sobre el muñeco).
T.: No.
Psic.: ¿Qué hizo?
T.: Me metió la mano adentro’.”
***
Confesiones como éstas aparecen
tras años de silencio o de falta de credibilidad por parte del núcleo más
cercano de las víctimas de abuso sexual. Lo más usual suele ser la confesión a
un amigo/a, a la madre o, en las edades más tempranas, a un docente. En los
últimos diez años, el incremento del uso de las redes sociales y el eco en los
medios de comunicación en Argentina ha sido una válvula de escape de
confesiones, de difusión y concientización contra este tipo de abusos, aunque a
la par se hayan incrementado la pedofilia o el consumo de pornografía infantil.
Lamentablemente, el secreto silenciado –tanto mental como corporalmente– rara
vez sale a la luz en los primeros años de vida. La compleja relación entre
abusado y abusador suele dificultar que el niño/a o adolescente cuente lo
padecido. Abuso de poder y sentimientos ambiguos se mezclan y es allí donde se
requiere de ayuda y de contención.
Graciela Dora Jofre es oriunda de
Quilmes, se recibió de abogada en 1978 en La Plata , en medio de la última dictadura militar.
Luego, al formar su familia (es madre de dos varones) decidió radicarse en
Villa Gesell. Allí, hace 17 años que es jueza en el Juzgado de Paz. En los
últimos nueve años se ha interesado y formado sobre el Abuso Sexual Infantil
(ASI), el incesto y la violencia de género en el marco de procesos de familia.
Ahora estamos más acostumbradas a
que las mujeres ocupen puestos importantes de poder. En tu caso, en el ámbito
judicial, ¿cómo describirías tu experiencia?
–La describiría como un proceso
de crecimiento. En la ciudad han aumentado los casos focalizados en Derecho de
Familia y de violencia de género, aunque también fuera de la ciudad, además de
que casos concretos me llevaron a profundizar en abuso sexual infantil e
incesto. Esto me obligó a formarme al respecto a través de otras disciplinas
más allá de lo jurídico, como la psicología, por ejemplo. En 2005 tuve un caso
que me marcó mucho. En medio de un proceso de familia apareció un caso de
incesto. A raíz de esta experiencia aprendí que más allá de lo que una pueda
inferir o intuir se debe tener mucho cuidado a la hora de juzgar. Así comencé a
leer a expertos como Irene Intebi, presidenta de la Sociedad Internacional
para la Prevención
de Abuso Sexual Infantil (Ispcan, por sus siglas en inglés,) quien escribió El
abuso sexual en las mejores familias, o al juez Carlos Rozanski.
¿Aumentaron también las denuncias
de madres que se han animado a contar lo padecido tanto ellas como sus hijos y
solicitar su defensa?
–Sí. La reacción natural de la
madre cuando la criatura logra relatar la experiencia incestuosa genera un
trauma y muchas veces tiende a minimizarlo o negarlo. Pero cuando esa madre
cree el relato del niño/a y recurre a la Justicia , lo que pretende es protección, porque
sola no puede. Cuando hablo de Justicia, me refiero no sólo a jueces, sino
también a abogados o asesores que generalmente estigmatizan a las madres y a
sus hijos, se desconfía de las denuncias y padecen largos calvarios. ¿Te suena
a otras épocas de la
Argentina y a otras madres? Lo más terrible es que se debe
privilegiar el bienestar del niño/a como lo indica el derecho al “Interés
superior de niñas y niños”. Entre otras garantías, ellos tienen derecho a ser
oídos, a expresar su opinión libremente y a ser asistidos por un abogado que
represente sus intereses en particular. Cuando el niño logra hablar (y a veces
no lo hacen en la niñez, sino ya en su adultez) generalmente lo hace a alguien
en quien confía, sea un docente, un psicólogo, un familiar. Irene Intebi dice
que “el abuso sexual infantil es un balazo psíquico”. Por lo tanto la figura
del abusador se vuelve depredadora del aparato psíquico del niño y es mucho más
traumático cuando el abusador es el padre o un familiar cercano.
Además, la familiaridad con el
abusador suele generar ambigüedad en el niño/a, que puede por un lado
despreciar lo padecido y, sin embargo, fuera del abuso, tenerle cariño a esa
figura...
–Tiene la envergadura de una
epidemia. Actualmente, hay cada vez más prostitución, pornografía y explotación
infantil y esto significa que hay clientes. Y si hay clientes es que hay muchos
abusadores de niños. Por eso hay que indagar sobre qué es el abuso sexual
infantil. En mi rol veo aparecer casos en el marco de un proceso civil, después
de una separación, por regímenes de visita, por tenencia; aunque no dejan de
estar vinculados con la violencia de género. El psicoanalista y perito
psicólogo Osvaldo Fernández Santos hace una comparación muy interesante entre
las violaciones y las situaciones de abuso en la última dictadura militar y
señala que la relación de tortura dentro de la familia se vuelve mucho más
grave. Como también afirmaba la psicoanalista Alice Miller, el abusador suele
ser una figura querida. Allí radica la dificultad del relato del abusado.
Desmitificar el SAP
El Síndrome de Alienación
Parental (SAP) es un término que el profesor de psiquiatría estadounidense
Richard Gardner acuñó en 1985 para referirse a lo que él describía como un
desorden psicopatológico en el cual un niño, de forma permanente, denigra e
insulta sin justificación alguna a uno de sus progenitores, generalmente al
padre. Incluso, como perito, llegó a acusar a las madres de “lavar el cerebro”
de sus hijos e hijas. Sin embargo, dentro de la comunidad académica el SAP
carece de consenso y se lo considera seudocientífico. Sin embargo, el SAP
actualmente cuenta con el apoyo de grupos de padres que han sido alejados de
sus hijos por causas judiciales, por los abogados que los defienden en casos de
divorcio y lo utilizan como defensa y también por numerosos peritos.
¿Cómo explica que siga vigente la
utilización del SAP en la defensa de padres/familiares acusados de abuso sexual
infantil o que se la acuse de garantista sólo de los derechos de las mujeres
por ir contra este tipo de defensas de los acusados?
–Resulta paradigmático, su mentor
resultó ser pedófilo y terminó suicidándose. Fue quien impulsó el poner en duda
los relatos de las madres. Lo mismo sucede con las denuncias de las víctimas de
violencia de género, hechos que no dejan de afectar al menor. En esta línea,
han sido importantes los aportes de Sonia Vaccaro y Consuelo Barea sobre “El pretendido
síndrome de alienación parental”, un estudio minucioso de la teoría del SAP.
Considero que debe haber un replanteo en los procesos judiciales de familia,
creerles es fundamental. Pero, a veces, los cambios llevan muchos años. Es
necesaria una mirada con perspectiva de género en la Justicia. No debe
olvidarse su función primaria: la defensa del más vulnerable. Como jueza civil
puedo aplicar medidas protectoras pero éstas deben tener continuidad en la
instancia penal. Tanto los niños, como víctimas de abuso sexual infantil, y las
mujeres, como víctimas de la violencia de género, tienen muy poco acceso a
buenas defensas técnicas o a ser querellantes. Muchas recurren a defensorías
oficiales y en Villa Gesell tenemos suerte de que no estamos saturados como
suele suceder en ciudades más grandes como Buenos Aires, y ahí ya no basta ni
la capacitación ni la mejor intención del profesional.
¿Esta falta de protección también
podría evidenciarse en la obligación a la “revinculación” de las criaturas con
sus presuntos abusadores?
–Así es. A medida que se ha
comenzado a denunciar y que han salido las situaciones del ámbito privado se ha
utilizado la revinculación de un modo forzado. Cuando se obliga al niño a ver a
la figura acusada de abuso se lo está revictimizando. Entonces tanto los
abogados y los jueces que avalan estas prácticas están yendo contra los
derechos de los niños. Hilda Marchiori, psicóloga y criminóloga experta en
victimología, valoriza la protección de la criatura y afirma que pensar que los
niños mienten es un mito. En esta línea también puedo mencionar a María Cecilia
López, quien en coautoría con María Beatriz Muller escribió en Los dibujos en
el abuso sexual infantil. Afirma respecto de los dibujos de los niños y su
interpretación que se les nota en gestos, lo expresan en su cuerpo, que no
pueden sostener en el tiempo las mentiras. Las connotaciones sexuales son
importantes marcadores de detección. También es interesante el planteo que hace
al respecto Fernández Santos al diferenciar revinculación con reconciliación.
El alega que no podés establecer una relación u obligar a una criatura si del
otro lado la persona jamás va a reconocer el abuso. Todo conlleva a hacer una
revisión más profunda: ¿Qué constituye una familia? ¿Qué es ser padre? No es
una cuestión biológica, sino que se construye con amor, con respeto a la
libertad de ser de los niños. Si un hombre dentro del uso de la figura de poder
en la familia ejerce violencia sobre la criatura no es un padre, es un
monstruo. No se trata de cuestionar a la familia. Muchas veces se cree que el
abusador tiene una personalidad sospechosa que se percibe a simple vista y no
es así. O que sólo las violaciones se dan en las clases sociales más
vulnerables. Los abusadores suelen ser personas que en su vida diaria tienen
buen trato con los demás, que pueden tener poder, dinero, ser brillantes
intelectualmente.
En marzo pasado hubo un fallo
tuyo que marcó precedente en la ciudad y alrededores al reconocer y valorizar
per se la palabra del niño como elemento esencial para fundar la denegatoria a
un régimen de visitas a favor del padre sospechado de abuso en perjuicio de su
hijo, con independencia del estado en la tramitación de la causa penal que lo
incriminaba...
–En este caso concreto, como me
sucede en otras situaciones, traté de focalizar mi mirada en el niño. El fallo
se apoya en dos relatos realizados por el niño ante su terapeuta, a fines de
2009, y otro en febrero de 2011 ante una perito oficial en el proceso.
Afortunadamente, en la instancia penal se respetó mi postura, pero son casos
excepcionales por lo general, tal vez por ello las repercusiones. Muchas veces
el abusado confiesa fuera del ámbito judicial, fuera de una audiencia. Por esto
es que considero que hay que creerle a la madre o al niño/a que logra confesar
y denunciar. Además, estadísticamente, la mayoría de las denuncias de abuso
sexual son reales (la cantidad de alegaciones falsas es solamente del 8 por
ciento).
Siguiendo esta necesidad, la de
que la presunta víctima sea escuchada, ¿es que decidís hacer el petitorio de la
instalación de una cámara Gesell en el juzgado?
–Sí. Hace varios años que estoy
tras este pedido. Aproveché la visita, hace un mes, del doctor Héctor Negri,
actual presidente de la
Suprema Corte. Le comenté que consideraba importante la
instalación de una cámara en la ciudad y en la zona. Será el primer Juzgado de
Paz de la Provincia
de Buenos Aires y el primer Juzgado en el Departamento Judicial de Dolores en
tener una cámara Gesell. En un mes aproximadamente estará terminada. Con esto
no pretendo que se aplique la escucha del niño de un modo cartesiano. Me
refiero a buscar todos los elementos que la ciencia de otras disciplinas como
la psicología y la psiquiatría tienen para poder decodificar y dilucidar lo que
el chico dice y siente.
En estas semanas trascendió la
importancia del uso de la cámara Gesell para obtener el testimonio del hijo de
10 años de Susana Leiva, asesinada supuestamente por su pareja, el portero
Alberto Ponce, a quien también se investiga por posible abuso sexual del niño,
en la localidad bonaerense de Temperley. ¿Qué requisitos son exigidos para que
un niño declare en cámara Gesell?
–Previamente se evalúa
multidisciplinariamente si el niño está en condiciones de hacerlo. El aporte es
muy importante porque el niño puede hablar con la psicóloga u otro profesional
en un marco de mayor protección.
¿Creés que en los últimos años, a
la par del aumento de casos relacionados con las problemáticas anteriormente
citadas, ha sido fundamental la actuación mancomunada con instituciones y
profesionales de otras ciudades o provincias?
–Sí, tengo mucha relación con Mar
del Plata, por ejemplo. Allá está el grupo de la Red Solidaria , que
brinda apoyo terapéutico y asesoramiento. Es muy importante también la
interconexión entre las víctimas. Poder escribir sobre fallos de otros colegas.
El Derecho debe ser menos academicista y más humanista. La abogacía no puede
ser una profesión de mercenarios. Debe haber perspectiva de género desde los
espacios de formación como lo son las universidades, integrar a profesionales
de otras disciplinas. Es el desafío que se viene. El pater familias (en latín:
“padre de familia”) rigió desde la antigüedad, desde la concepción patriarcal
tenemos que avanzar hacia un Derecho con respeto hacia el varón y hacia la
mujer. Me parece un mensaje esperanzador para los jóvenes que estudian
actualmente Derecho. Volver al origen, a la justicia social. La temática no
abarca solamente a niños y niñas, sino también a adolescentes. Sería entonces
muy importante que en los colegios se implemente realmente la Ley de Educación Sexual para
reforzar la prevención y la información.
El amor es una responsabilidad de un yo por un tú
Martín Buber[1]
Martín Buber[1]
Para que la autoridad de madres y padres sea vivida y
comprendida por los hijos e hijas como algo positivo – que no representa los
modelos represores o autoritarios, ésta tiene que plantearse en vínculos que
promuevan el apego emocional. Cuando esto ocurre, se produce un alejamiento de
prácticas violentas ya que las madres y padres encuentran maneras de manejar
sus emociones, reconocer y expresar su rabia, regular su agresividad y
principalmente encontrar palabras.
A menudo las personas adultas golpean a sus hijos e hijas porque
no tienen un lenguaje adecuado para hablarles”[2].
La convivencia familiar registra circunstancias tales como la
hora de dormir, bañarse, las comidas, las tareas escolares, entre otras, donde
aumenta la tensión cuando las cosas no suceden como la madre o el padre espera.
A menudo, esta tensión tiene la siguiente secuencia:
“hablar-convencer-discutir-gritar-pegar”[3]. Al llegar al último recurso de
esta secuencia, la madre o el padre está en un clima emocional de desborde y
violencia: todo parece ser una “batalla”.
Recuperar el clima emocional es
fundamental para que las madres y padres puedan ejercer su autoridad y que los
hijos e hijas se sientan seguros y protegidos. Con el lenguaje analógico – el
tono de voz, la postura corporal y los gestos de la cara – se transmite el
clima emocional.
[1] Martin Buber (1878 – 1965) filósofo, teólogo y escritor
judío austríaco-israelí, conocido por su filosofía de diálogo.[2] Barudy, Jorge. “El dolor invisible de la infancia”. Editorial Paidós. Barcelona, 1998.
[3] Phelan, Thomas W. “1-2-3 Magia. Disciplina Efectiva para Niños de
http://www.sinviolencia.com.py/educar-sin-violencia/poner-limites/
[2]http://r.search.yahoo.com/_ylt=AwrBTv3rME5WhcwAYRWr9Qt.;_ylu=X3oDMTBydWNmY2MwBGNvbG8DYmYxBHBvcwM0BHZ0aWQDBHNlYwNzcg--/RV=2/RE=1447993707/RO=10/RU=http%3a%2f%2fcatedradh.unesco.unam.mx%2fBibliotecaV2%2fDocumentos%2fEducacion%2fInformes%2fComo_educamos_a_nuestroshijos_2005.pdf/RK=0/RS=eVpvgsy4a_0baqxLdBPhDVGObok-)
[4] (Proverbios
22:15 )
[5] (Proverbio 20:30.)